SUSTENTABLE

SUSTENTABLE

UNA PROVINCIA CON RECURSOS NATURALES

Con su riqueza natural bien mantenida, su juventud como bandera y el desarrollo sostenible como objetivo, Formosa mira el futuro con esperanza. Su plan de crecimiento procura armonizar producción y conservación, dos conceptos que muchas veces se plantean como antagónicos pero que pueden caminar juntos.

La palabra sustentable está de moda. Suena mucho y se la suele utilizar vanamente. Porque hay que tener ciertos atributos para afirmar con autoridad que algo es sustentable y que, en consecuencia, el término está bien empleado. La sustentabilidad no es una novedad, pero hoy, en un mundo que se degrada y con recursos que escasean, es una necesidad. Formosa es sustentable, por sus características naturales, su desarrollo histórico y su visión de futuro.

La corta historia de la provincia y las dificultades en los accesos que tuvo durante décadas, trajeron consigo una explotación agrícola, ganadera y forestal a pequeña y mediana escala, que facilitó la conservación de amplios sectores del monte nativo. Esto se ve en todo el territorio formoseño, en el cual, en comparación con otras provincias argentinas, los desmontes no han sido muy significativos. Inclusive la actividad forestal históricamente hizo una extracción selectiva de especies, lo que en algunas zonas raleó el bosque duro, pero nunca lo exterminó, lo que con la llegada de nuevos criterios en los últimos años ha permitido su regeneración y aprovechamiento racional.

Estas condiciones posibilitan que hoy esté en marcha un concepto de desarrollo con sustentabilidad ambiental desde su mismo origen. El crecimiento ordenado de las actividades productivas se lleva a cabo de manera equilibrada, con programas de preservación de bosques y de promoción de forestación con especies nativas, como el algarrobo, de gran importancia para la vida tradicional de los pueblos originarios. En estos planes están involucradas comunidades aborígenes, criollas y productores agrícolas y ganaderos, que en su mayoría tienen propiedades de unas pocas hectáreas.

La corta historia de la provincia y las dificultades en los accesos que tuvo durante décadas, trajeron consigo una explotación agrícola, ganadera y forestal a pequeña y mediana escala, que facilitó la conservación de amplios sectores del monte nativo.

Sobre ese concepto se para la provincia para mirar hacia el futuro, proyectando un desarrollo que sume nuevas tecnologías y, al mismo tiempo, utilice racionalmente sus recursos. Porque conservación y producción no son ideas antagónicas, ni mucho menos. Un ejemplo claro de ello se ve en el parque industrial que está pegado a la ciudad de Formosa, donde funcionan dos criaderos de yacarés, que extraen huevos de nidos naturales, los terminan de empollar artificialmente y, luego de que las crías nacen, devuelven entre un 15 y un 20 por ciento al mismo nido, un porcentaje similar al que sobrevive en la naturaleza. Luego de la faena, el cuero se exporta a Italia y Estados Unidos, y la carne se comercializa localmente.

En el mismo parque industrial se ve la incorporación de tecnologías modernas, ya que en estos momentos se están realizando los ajustes finales de dos plantas de liofilización, una para alimentos y otra para medicamentos. Este proceso deshidrata los productos a través de un congelamiento inicial y condiciones de vacío posteriores, que eliminan el agua por sublimación, en forma de vapor, lo que conserva su estructura molecular y, consecuentemente, todas sus propiedades. Por otro lado, ya se iniciaron las obras para la construcción de un Polo Científico, Tecnológico y de Innovación, que procura la radicación de industrias de base tecnológica y aspira a convertirse en un centro de gestión, producción y divulgación del conocimiento. Será un centro relevante para el desarrollo regional, nacional e internacional.

El impulso al turismo sustentable es otra muestra de que la voluntad formoseña va por este camino. Basada sobre el inmenso potencial natural que tiene la provincia, esta modalidad genera desarrollo genuino para pueblos y comunidades originarias, que empiezan a ver que su tierra es un destino turístico no convencional ideal para los amantes de la naturaleza. Su belleza virgen ofrece múltiples posibilidades para realizar actividades como deportes acuáticos, safaris fotográficos, trekking, cabalgatas, vuelos en avioneta y avistaje de aves. Esta última es una variante de ecoturismo que tiene millones de fanáticos en todo el mundo, y el bañado La Estrella es para todos ellos un auténtico paraíso.

El impulso al turismo sustentable es otra muestra de que la voluntad formoseña va por este camino. Basada sobre el inmenso potencial natural que tiene la provincia, esta modalidad genera desarrollo genuino para pueblos y comunidades originarias.

El gigantesco bañado es una de las dos áreas protegidas por el Estado provincial (la restante es Riacho Teuquito), a las que hay que sumar dos nacionales y otras dos bajo una categoría de conservación internacional. Entre las seis conforman el abanico de territorios formoseños que procuran la preservación de su naturaleza.
Las nacionales son el Parque Nacional Río Pilcomayo y la Reserva Natural Formosa. El primero pertenece a la ecorregión del Chaco Húmedo u Oriental, fue creado en 1951 y preserva casi 52.000 hectáreas de palmares, isletas de monte, esteros y bajos inundables, hogar de 324 especies de aves, 85 de mamíferos, 42 de reptiles, 40 de peces y 30 de anfibios; la segunda abarca casi 10.000

del Chaco Seco u Occidental, sobre el río Bermejo. Las reservas de la biósfera, en tanto, fueron creada por la UNESCO y son Riacho Teuquito (que incluye la reserva provincial y una zona de campos privados) y Laguna Oca, contigua a la ciudad de Formosa y única por ser periurbana.
En términos de sustentabilidad, hay que destacar que Formosa, en el marco de la Ley Nacional 26.331 (la llamada Ley de Bosques, reglamentada en 2009)), actuó en consecuencia y dictó la Ley Provincial 1.552, que estableció una protección de todos los ambientes naturales a través del Plan de Ordenamiento Territorial.